San Juan Diego nació en 1474 en Cuautitlán, entonces reino de Texcoco (hoy territorio de México), y conoció la fe católica gracias a los franciscanos. El 9 de diciembre de 1531, de camino al monte del Tepeyac, la Virgen se le apareció y le dijo que le pida al obispo que construya una iglesia. El obispo no le creyó y le pidió pruebas.
El 12 de diciembre, la Virgen se le presentó para consolarlo y le pidió que suba a la cima del Tepeyac y le traiga flores. El santo recogió las flores, las guardó en su “tilma”- manto típico indígena-, y se las llevó. Luego, la Virgen le pidió que se las mostrara al obispo.
El santo dejó caer las flores de su tilma frente al obispo, y estas dejaron expuesta sobre el tejido la imagen de una mujer de piel morena y rasgos indígenas: la Virgen de Guadalupe. El prodigio selló el vínculo entre la cultura hispánica y la de los pueblos originarios de América.
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Sal 84, 9ab 10. 11-12. 13-14
R/. Muéstranos, Señor, tu misericordia y danos tu salvación
Voy a escuchar lo que dice el Señor:
«Dios anuncia la paz
a su pueblo y a sus amigos».
La salvación está cerca de los que le temen,
y la gloria habitará en nuestra tierra. R/.
La misericordia y la fidelidad se encuentran,
la justicia y la paz se besan;
la fidelidad brota de la tierra,
y la justicia mira desde el cielo. R/.
El Señor nos dará la lluvia,
y nuestra tierra dará su fruto.
La justicia marchará ante él,
y sus pasos señalarán el camino. R/.
“ Preparad el camino del Señor, enderezad sus senderos ”
Lectura del santo evangelio según san Marcos 1, 1-8
Comienza el Evangelio de Jesucristo, Hijo de Dios.
Como está escrito en el profeta Isaías:
«Yo envío a mi mensajero delante de ti,
el cual preparará tu camino;
voz del que grita en el desierto:
“Preparad el camino del Señor,
enderezad sus senderos”».
Se presentó Juan en el desierto bautizando y predicando un bautismo de conversión para el perdón de los pecados. Acudía a él toda la región de Judea y toda la gente de Jerusalén. Él los bautizaba en el río Jordán y confesaban sus pecados.
Juan iba vestido de piel de camello, con una correa de cuero a la cintura y se alimentaba de saltamontes y miel silvestre. Y proclamaba:
«Detrás de mí viene el que es más fuerte que yo y no merezco agacharme para desatarle la correa de sus sandalias. Yo os he bautizado con agua, pero él os bautizará con Espíritu Santo».
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