Oh Dios, mi mente gira en un torbellino de confusión y mi alma parece despojada de todo consuelo. Es como si todo el mundo y toda mi vida se comprimieran en un solo momento, y yo cargara con el peso de todo ello. No puedo ver ningún futuro, excepto que el mañana sea otro hoy.
Todos mis ayeres me rodean, algunos acusándome y otros llenos de arrepentimiento. Es como una prisión con mil voces clamando por atención.
Divino Carcelero, Tú tienes la llave para liberar mi alma de la prisión del desánimo. Abre las puertas y déjame caminar libremente por las regiones de Tu amor. Líbrame de la tiranía de mi propia voluntad.
Seguramente no te complace que mi alma esté inquieta dentro de mí, que esté envuelta en mí misma. Te oigo susurrar: "Abre la puerta porque la llave está dentro. Espero listo para entrar y consolarte".
¡Jesús, en Ti confío!