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miércoles, 12 de abril de 2017

Reflexión de Vida/Padre Dennis Hamm

Reflexión de Vida del Padre Dennis Hamm sacerdote jesuita.

En busca de Dios: la oración 

retrospectiva a lo largo del día (America The jesuit review)


 El método: cinco pesos

1. Reza pidiendo ser iluminado
Puesto que no estamos implemente soñando despiertos ni recordando sino más bien tratando de entender cómo el Espíritu de Dios nos está guiando, es lógico rezar pidiendo ser iluminados. El objetivo no es simplemente poder recordar, sino adquirir un entendimiento lleno de gracia. Ese es un don de Dios para ser suplicado con devoción: “Señor, ayúdame a entender esta confusión creciente y frenética”.
2. Repasa el día con agradecimiento. Fíjate lo distinto que es esto respecto de buscar inmediatamente tus pecados. A nadie le gusta rebuscar en el banco de los recuerdos para descubrir pequeñeces, debilidades, falta de generosidad. Pero a todos nos gustan los dones, y eso es precisamente lo que contienen las últimas 24 horas: dones de la existencia, del trabajo, de las relaciones, de la comida, de los desafíos. La gratitud es la base de toda nuestra relación con Dios. Por ello, usa cualquier pista que te ayude a transitar el día desde el momento en que te despiertas; incluso los sueños que recuerdes al despertar. Transita las últimas 24 horas, de hora en hora, de lugar en lugar, de tarea en tarea, de persona en persona, agradeciéndole al Señor por cada don que encontraste. 
3. Repasa las sentimientos emociones que surjan al recordar el día. Nuestras emociones, positivas y negativas, dolorosas y placenteras, son señales claras de dónde estuvo la acción durante el día. Simplemente presta atención a cualquiera de estas emociones y a todas ellas a medida que surjan, a toda la gama: delicia, aburrimiento, temor, expectativa, resentimiento, ira, paz, contento, impaciencia, deseo, esperanza, arrepentimiento, vergüenza, incertidumbre, compasión, repulsión, gratitud, orgullo, rabia, duda, confianza, admiración, timidez. . . lo que sea que hubiera. Algunos de nosotros podemos dudar antes de concentrarnos en las emociones en esta era de la psicología sobredimensionada, pero creo que estas emociones son el indicador más animado de lo que está sucediendo en nuestra vida. Esto nos lleva al cuarto momento.
4. Elige una de esas emociones (positiva o negativa) y reza desde ella. Es decir, elige la emoción que recuerdes y que más llamó tu atención. La emoción es un signo de que está sucediendo algo importante. Ahora, simplemente expresa espontáneamente la oración que emerja mientras le prestas atención al origen de esa emoción: alabanza, petición, contrición, pedir de ayuda o sanación, lo que fuera.
5. Mira al mañana. Usa tu agenda si eso ayuda y enfrenta tu futuro inmediato. ¿Qué sentimientos emergen cuando miras las tareas, reuniones y citas que tienes por delante? ¿Temor? ¿Alegre expectativa? ¿Falta de confianza en ti mismo? ¿Tentación de procrastinar? ¿Entusiasmo por hacer planes? ¿Arrepentimiento? ¿Debilidad? Lo que sea que fuera, conviértelo en oración: para pedir ayuda, sanación, lo que salga espontáneamente. Para redondear el exámen, reza el Padrenuestro. Estos son los cinco pasos a recordar: luz, gracias, emociones, enfoque, futuro.

Hazlo

Dedica unos minutos para rezar sobre las últimas 24 horas, y en dirección a las próximas 24 horas, con ese formato de cinco puntos.

Consecuencias

Estas son algunas de las consecuencias que surgen a partir de este tipo de oración:
1. Siempre hay algo por lo que rezar. Para una persona que realiza este tipo de oración al menos una vez al día, nunca surge la pregunta: ¿de qué debería hablarle a Dios? Hasta que mueras, siempre tendrás las últimas 24 horas, y siempre tendrás sentimientos en relación a lo que vendrá.
2. El momento de gratitud vale la pena por sí mismo. “Sean agradecidos”, dice Pablo a los colosenses. Aun si nos quedamos dormidos tras repasar los dones del día, hemos alabado al Señor.
3. Aprendemos a presentarnos ante el Señor donde estemos, como estemos. No hay otro modo de estar presentes ante Dios, por supuesto, pero a menudo nos engañamos pensando que tenemos que “poner la mejor cara” antes de dirigirnos a nuestro Dios.
4. Aprendemos a respetar nuestros sentimientos. Los sentimientos cuentan. Son moralmente neutros hasta que tomamos alguna decisión con respecto a actuar sobre ellos o lidiar con ellos. Pero si no les prestamos atención, nos perdemos lo que tienen que decirnos sobre la calidad de nuestra vida.
5. Rezar desde los sentimientos, nos libera de ellos. Una emoción sin atender puede dominarnos y manipularnos. Prestar atención a las personas y situaciones que dan origen a esas emociones y rezar desde ellas nos ayuda a dejar de ser esclavos involuntarios de nuestras emociones.
6. Encontramos, en efecto, algo para llevar a la confesión. Es decir, tropezamos con nuestros pecados sin convertirlos en el foco principal.
7. Podemos experimentar una sanación interior. La gente se encuentra con que rezar sobre los sentimientos (en lugar de inquietarse por ellos o negarlos) lleva a una sanación mental. Es posible que, al hacer esto, corramos con ventaja con respecto al contenido manifiesto de nuestros sueños.
8. Este tipo de oración nos ayuda a superar el deísmo. El deísmo es la creencia en una especie de Dios relojero, un Dios que sí existe en realidad pero que tiene poco o nada que ver con la vida cotidiana de las personas. El Dios que hemos llegado a conocer a través de nuestra experiencia judía o cristiana está más presente de lo que generalmente creemos.
9. Rezar de esta manera es un antídoto contra la enfermedad espiritual del pelagianismo. El pelagianismo era la herejía que veía la vida con Dios como en un proyecto del tipo “hazlo tú mismo” (“Si al principio no lo logras. . .”), mientras que una verdadera teología de gracia y libertad ve la vida como una respuesta al amor de Dios (“Si escuchasen hoy su voz. . .”).
Un pensamiento para el final. ¿Cómo puede alguien atreverse a decir que prestar atención a las experiencias sentidas significa escuchar la voz de Dios? A primera vista, sí que suena como una presunción peligrosa. Pero nótese que no estoy equiparando el recuerdo con la voz de Dios. Estoy diciendo que, si vamos a escuchar al Dios que nos crea y sostiene, debemos tomar en serio y devotamente el encuentro entre las criaturas que somos y todo lo demás que Dios abraza con amor en la existencia. Esa “interfaz” es la experiencia sentida de mi día. Merece atención en la oración. Es una gran parte del modo en que conocemos a Dios y le respondemos.

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